Un menú saludable debería contener diversos grupos de alimentos que proporcionan al cuerpo todas las sustancias necesarias. Y en el esfuerzo de seguir una alimentación nutritiva deberíamos tener cuidado con lo que comemos. Y es que existen alimentos y productos que se hacen ver como sanos, pero al consumirlos no nos saciamos demasiado. El resultado de esta buena intención puede ser sólo tener aun más hambre.
¿Ya os ha pasado que habéis merendado unas galletas u otra cosa (más sana), pero al rato habéis tenido la sensación de estar igual de hambrientos como antes?
Según un nuevo estudio publicado en la revista Journal of American Medical Association la culpable en casos como este puede ser la fructosa, que con gran probabilidad estuvo contenida en los productos dados. La explicación es simple, y es que la fructosa no activa el área del cerebro que nos da señal de que ya estamos llenos.
Glucosa versus fructosa
Para demostrar dicha teoría los científicos midieron la actividad cerebral de 20 voluntarios jóvenes y sanos antes y después de la consumación de una bebida que contiene glucosa y otra con fructosa (ésta es aproximadamente 1/5 más dulce que la primera). Averiguaron que al consumar los productos con el contenido de glucosa se redujo el paso de sangre a través del cerebro y al mismo tiempo la actividad en áreas que regulan las ganas de comer. La mayoría absoluta de los individuos afirmó que se sienten más saciados.
En los voluntarios que tomaron la bebida con el contenido de fructosa no se registraron mayores cambios del paso de sangre a través del cerebro ni de dichas actividades. Los participantes sentían la misma hambre que antes de realizar el experimento.
La fructosa se encuentra habitualmente en algunos tipos de fruta y verdura. También la contiene el azúcar blanco (50 % de f. y 50 % de g.). Entre las fuentes “peligrosas” de este sacárido pertenecen diversos siropes de fruta, los que por ejemplo son tan populares en América.
Echemos un vistazo a los productos consumidos con más frecuencia que contienen un alto porcentaje de fructosa, es decir, productos que aunque queramos no nos saciarán mucho.
Yogures de fruta
Mientras que los clásicos yogures blancos son una fuente adecuada de proteínas, calcio y vitaminas, no se puede decir lo mismo sobre algunos yogures de fruta. Un buen ejemplo representan aquellos yogures, que al fondo debajo del yogur blanco, tienen una capa de preparado de fruta. Al mezclar las dos partes se obtiene un yogur de fruta.
“Estas mezclas pueden tener un buen sabor, pero ya poca gente sabe que están compuestos de gran cantidad de azúcar y diversos siropes de fructosa”, explica la especialista en nutrición Kathleen DesMaison.
La mejor alternativa es un yogur blanco con fruta fresca de temporada. Así se evitan los azúcares refinados tan dañinos para el organismo.
Barritas de proteínas
Muchas de las barritas de proteínas nos pueden “suministrar” energía nueva al consumirlas pero eso se debe al gran porcentaje de fructosa que contienen.
Batidos de fruta
Si no se preparan de zumos 100 % de fruta, en la mayoría de los casos se les añade sabor justo con siropes de fructosa.
Pan integral
Sólo la marcación que dice que un producto es “integral” induce en muchas personas la sensación de que se trata de algo totalmente saludable. Pero no en todos los artículos nos podemos regir por esta regla. Después de una minuciosa observación de ingredientes averiguamos que hasta los productos integrales contienen justamente fructosa.
Así que si queremos comer productos integrales que realmente sean beneficiosos para nuestra salud, al comprarlos deberíamos revisar de qué están hechos.