Si hemos dormido poco, pues estamos cansados. ¿Qué hay de extraño es eso? Naturalmente es verdad, pero una falta constante de sueño se manifiesta de muchas maneras. Algunas resultan bastante peligrosas.
A propósito: aunque bostecemos cuando tenemos ganas de dormir, los científicos aun no han venido con el por qué es así ni qué es lo que causa los bostezos. No es sólo la somnolencia, así que el bostezar ni siquiera tiene que ser un síntoma de ella. Últimamente los especialistas se declinan hacia la opinión de que se trata de una manera de evitar el sobrecalentamiento del cerebro.
Los verdaderos síntomas de la falta de sueño pueden sorprender. Así que ¿cómo actúa el organismo somnoliento?
Mucha morriña
Cuando estamos permanentemente cansados, el cuerpo busca otras formas de recargar energía. Un sueño demasiado corto provoca cambios en la segregación de hormonas que dirigen la sensación de hambre: el nivel de la leptina (reduce las ganas de comer) baja, mientras que el nivel de ghrelina (aumenta las ganas de comer) sube. Y encima nos apetecen justo las delicias dulces y/o grasas.
Engordamos
La falta de sueño como activador de la obesidad ha sido documentada con estudios de grandes grupos de la población. Provoca fallos en el metabolismo de la glucosa, cambios en la dirección de recepción de alimentos y de reducción de gasto de energía. Simplemente, cuánto más tiempo estamos despiertos, más cantidad de comida ingerimos.
Menos ganas de tener sexo
“Tanto los hombres como las mujeres reaccionan a la falta de sueño reduciendo la energía vital, lo cual conduce hacia la depresión con consecuencias directas en la excitación sexual,” explica Alessandra Grazionttin, la directora del centro de ginecología italiano San Raffaele-Resnati, los resultados que obtuvo en su investigación. Según muchos otros estudios a los hombres les baja el nivel de testosterona y junto con ella el libido, lo que puede desembocar en fallos de erección.
Hipersensibilidad
Un estudio británico del 2007 averiguó que en personas con insuficiencia de sueño el cerebro es el 60 % más propenso a percibir sensaciones negativas y alterarse. “Un cerebro soñoliento vuelve hacia las fórmulas de comportamiento primitivas, es decir, es menos capaz de introducir una experiencia emotiva a un contexto racional y reaccionar con una respuesta correcta,” afirmó Matthew Walker, el jefe del equipo que realizó dicho estudio.
Ambas manos izquierdas
Los científicos aun no saben por qué, pero en las investigaciones se muestra que las habilidades motoras de las personas con sueño son más lentas y menos exactas. El profesor Clete Kushida, jefe del Centro de investigación del sueño en la Universidad de Stanford confirma que los reflejos resultan ralentizados, el equilibrio y la estimación de la distancia reducidos y dada la concentración empeorada ya mencionada se alarga el tiempo de reacción.
Olvidarse de cosas
Un corto período de sueño es probadamente responsable de todo un montón de complicaciones cognitivas (problemas con percepción), hablando de concentración dificultada, peor sustento de atención, confusión, reacciones ralentizadas, falta de memoria y capacidad reducida de comprensión. Estas consecuencias fueron demostradas en decenas de diversos estudios.
Enfermos con frecuencia
Según una encuesta del año 2009, las personas que duermen menos de siete horas al día tienen la probabilidad de enfermar de gripe o virosis tres veces mayor. Eso se debe a que el sistema inmunológico reacciona de una manera similar también al riesgo de padecer enfermedades más graves.