¿Te preocupan las grasas? Pues no tienen por qué. Hay cosas peores que pueden añadirte kilos demás y encima dañar tu salud. Por ejemplo el pan.
¡Sobre todo nada de grasa! La gente ha aprendido en los últimos años a percibir las grasas animales como el archienemigo de la delgadez y también de la salud. Pero quizás la realidad sea un poco diferente.
El blanco es malo: azúcar y harina
“Después de cuatro décadas de recomendar la reducción de grasas saturadas de mantequilla, nata o carnes tenemos, paradójicamente, muchos más pacientes con enfermedades cardiovasculares”, alerta el cardiólogo británico Aseem Malhotra.
Hace años lo que se “prescribía” para adelgazar de forma sana era la carne. Sin guarniciones, decían los médicos. Luego vino un cambio, dejad la carne y comed hidratos de carbono con verdura. Y ahora estamos otra vez donde estábamos: parece que lo más dañino es la alimentación pobre en grasas y demasiado rica en carbohidratos.
Según los científicos británicos lo mejor para el corazón y los vasos sanguíneos es bajar el consumo de azúcares simples. Los alimentos menos sanos están elaborados en mayor parte a partir de harina blanca (pan, bollería, pasta) y azúcar refinado (blanco).
¿Por qué sube el colesterol?
Si consumimos altas cantidades de sacáridos y muy pocos grasas, el nivel del colesterol peligroso LDL (con densidad baja) crece, mientras que el nivel del colesterol beneficioso HDL (con densidad alta) baja.
Este estado perjudica el corazón y los vasos sanguíneos y los médicos los suelen tratar prescribíendole al paciente medicamentos para la reducción de grasa en sangre, estatinas. Sin embargo, ya hace tiempo que muchos especialistas alertan que la epidemia de la obesidad está causada en mayor medida por la inclinación general hacia cereales, pan, bollería y por no comer bastante carne.
“Antes se creía que los niveles altos de lípidos en sangre están provocados por el consumo de grasas saturadas en la alimentación. Sin embargo, las investigaciones científicas recientes demostraron que los culpables son los sacáridos refinados y azúcares simples”, sostiene el profesor David Haslam del foro nacional británico de la obesidad.
¿Cómo debemos comer entonces?
Con un consumo reducido de sacáridos y una ingesta moderada de grasas sube el nivel de HDL y baja el de LDL.
“Las investigaciones actuales no demuestran la relación entre el consumo de grasas saturadas y el riesgo de enfermedades cardiovasculares”, confirma el doctor Malhotra.
Lo ideal es la alimentación mediterránea donde los hidratos de carbono entran en forma de cereales integrales y forman menor parte del consumo energético diario, mientras que es rica en proteínas de pescado, marisco, aves y carne magra. Esta alimentación es también rica en grasas de frutos secos y aceites.